lunes, 21 de enero de 2013

Locked Out of Heaven / Cap. 1


De vuelta en Nueva York, no sabía si sentir alivio o tristeza. Mis vacaciones en Grecia habían sido espectaculares, realmente la había pasado muy bien. Además era la primera vez que me iba de vacaciones sola, lo que me daba más libertad pero también me hacía más vulnerable, aunque la verdad era que agradaba esa sensación de estar sin nadie que te preguntara por qué o a quien preguntarle, sentí que el mundo me pertenecía.
Ahora que estaba de nuevo en la ciudad me sentí aliviada al estar en mi casa de nuevo. Lo primero que hice al llegar a mi departamento fue llamar a Hyomin, mi mejor amiga que vivía a unas 5 cuadras de mi departamento.

-       ¿Ya llegaste? – me preguntó casi en susurro.
-      Sí, estoy en mi casa voy desempacar ahora, ¿Dónde estás?
-          En una reunión, iré tan pronto como pueda, tengo que contarte algo muy importante.
-          ¿Qué es?
-          Es muy largo como para contarlo por teléfono…
-          Pero dame una idea – le supliqué
-          No seas impaciente, imbécil – dijo saliendo del susurro a un tono de voz más elevado.
-          Te descubrieron jaja, adiós – sabía que era muy fácil sacarla de quicio.
-          Te odio, adiós.

Desempaqué mi ropa y la puse a lavar enseguida, no soportaba tener ropa sucia acumulada. Me bañe y mientras secaba mi cabello me dispuse a ver televisión, haciendo zapping me encontré con el desfile de Victoria’s Secret y el número de Bruno Mars. Dios, como amo a ese hombre.

En fin, no paso mucho tiempo antes de que mi timbre sonara, me apresuré a apretar el botón del citófono.
-          ¿Sí? – pregunté para ver quién era
-          My precious….. – dijo una voz parecida a la Golum del otro lado del citófino.
-          Pasa – le dije apretando el botón para abrir la puerta, era Hyomin.

Entró y nos saludamos con una gran abrazo, llevábamos unas dos semanas sin vernos desde que me fui a Grecia, asi que me puso al día con lo que había pasado en el trabajo y me contó de sus últimas citas con algunos chicos lindos.

-          Ahora dime que es lo que tenías que decir – le dije mientras preparaba unos jugos de piña y sacaba las palomitas del microondas.
-          No es importante… podemos hablarlo después – me dijo tratando de evitar el tema mientras se sacaba sus zapatos y su chaqueta y se tiraba en mi cama a mirar televisión.
-          Dímelo ahora o me quedo con tus zapatos – eran sus favoritos, no se podía negar.
-          Está bien – dijo soltando un suspiro – La cosa es que…bueno, lo que pasa es que mi papá dijo que se quiere retirar y dejarnos la empresa a mi hermano y a mí. Obviamente mi hermano se haría cargo de casi todo porque él tiene mucha más experiencia que yo, es decir, HOLA mi hermano tiene 35 y yo 24 es obvio que él debía tomar las riendas de todo…
-          Ya entonces, ¿Eso significa que tienes que irte a vivir a Corea? – pregunté tranquila, ya que veía que en cualquier momento Hyomin se ponía a gritar de la histeria.
-          Sí, pero no puedo hacerlo sola, debes venir conmigo, es demasiada carga para mí, no podría…
-          Pero Hyo tu padre quiere que tú te hagas cargo, no puedo ir yo y decirle a tu padre que yo también voy a estar metida en su negocio, es decir, sé que tu papá me aprecia mucho, pero aún así creo que sería demasía…
-          Es que ya dijo que sí – exclamó Hyomin interrumpiendome de pronto.
-          ¿Qué? ¿Cómo que ya dijo que si? Hyomin …
-          Es que le dije que yo no iba a poder sola y necesitaba ayuda de alguien que conociera…
-          ¿Y tu hermano?
-          Mi hermano se va a preocupar de los peces gordos, no creo que tenga tiempo para que yo le consulte mis dudas.
-          ¿Entonces?...- pregunté esperando que me dieran alguna otra respuesta que no involucrara irnos a vivir a Corea.
-          Solo debes decir que sí…. POR FAVOR MIRANDA – dijo bajando de la cama – te lo pido de rodillas, por favor, por favor, por favor, por favor…
-          ¡Ya basta! – exclamé tratando de calmarla – Párate, demente.
-          ¿Qué dices? – me preguntó con la manos juntas como si me estuviera rezando un Ave María.
-           Está bien, supongo que será divertido probar otra cosa.
Esa fue mi sentencia, supuse que tendría que comprar una maleta más grande ahora.


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